1) El 14 de febrero de 1975, hubo, lo que llamaban “una tertulia”, con quien posteriormente fuera San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Fue en un sitio llamado Altoclaro, una residencia del Opus Dei, en las afueras de Caracas y en camino a Los Teques, capital del Estado Miranda. Habían aproximadamente 5.000 personas. Era una serie de varios tertulias. Recuerdo que coincidió con los días de carnaval. 

Uno de los que se paró a hacerle una pregunta a San Josemaría, fue Roberto Ackerman, mi amigo, amistad de la cual me honro. 

Lo primero que hizo San Josemaría, fue alabarle sus barbas. Le dijo que le quedaban muy bien. Roberto se lo agradeció. Luego vino Roberto, con una sorprendente afirmación:

“Padre yo soy hebreo...”

Luego, San Josemaría lo interrumpió y le dijo lo siguiente: 

“Yo amo mucho a los hebreos porque amo a Jesucristo con locura, que es hebreo. No digo era, sino es: Iesus Christus heri et hodie, ipse et insaecula. Jesucristo sigue viviendo, y es hebreo como tú. 

Y el segundo amor de mi vida es una hebrea, María Santísima, Madre de Jesucristo. De modo que te miro con cariño. Sigue.”

Ante esto, Roberto, respondió:

 “Yo creo que ya la pregunta está respondida, Padre”. 

Al terminar de decir lo anterior, Roberto se sentó.

 

 

2) Estuve en la tertulia anterior. En el episodio de la pregunta de Roberto Ackerman, fue un momento muy emocionante para mí. Sentí la influencia del Espíritu Santo, su mano y su guía.

3) El portal católico ACI prensa, reportó dicha beatificación, de la siguiente manera:

MADRID, 27 Sep. 14 / 06:17 am (ACI).

Unas 120 mil personas de 80 nacionalidades, 17 cardenales, 1.200 sacerdotes y 150 Obispos de todo el mundo, de ellos 68 españoles, han acudido a la beatificación que se celebra este mediodía (hora local) en Madrid, de Mons. Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. 

La ceremonia se realiza en el Parque Valdebebas, (Madrid), y es presidida por el delegado del Papa Francisco, el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Concelebran el Cardenal Antonio María Rouco Varela, Arzobispo Emérito de Madrid y Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei. Entre los cardenales participantes se encuentran el Cardenal George Pell, Arzobispo de Sídney, (Australia) y el Cardenal Gerhard Ludwig Müller, actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

En su homilía, el cardenal Amato dijo que “son muchas las virtudes-como la fe, la esperanza y la caridad-que el beato Álvaro vivió de modo heroico. Practicó estos hábitos virtuosos a la luz de las bienaventuranzas de la mansedumbre, de la misericordia, de la pureza de corazón. Los testimonios son unánimes. Además de destacar por la total sintonía espiritual y apostólica con el santo Fundador, se distinguió también como una figura de gran humanidad".

El Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos también ha recordado que el nuevo beato "era un ejemplo vivo de fidelidad al Evangelio, a la Iglesia, al Magisterio del Papa. Siempre que acudía a la basílica de San Pedro de Roma, solía recitar el Credo ante la tumba del Apóstol y una Salve ante la imagen de Santa María, Mater Ecclesiae".

En la fórmula de la beatificación se ha presentado la reliquia del nuevo beato, que ha sido llevada por Jose Ignacio Ureta, el niño chileno curado por intercesión de Mons. Del Portillo, y sus padres.

Mons. Álvaro del Portillo fue uno de los protagonistas del Concilio Vaticano II. La vida de Álvaro del Portillo, según ha dicho el Papa Francisco fue “decidida en el testimonio de la perenne novedad del Evangelio, anunciando la llamada universal a la santidad y la colaboración con el trabajo cotidiano a la salvación de la humanidad” (fin de la cita). 

Posteriormente, en Roma, en la audiencia general, del Santo Padre, el día primero de Octubre, a la que asistió una muy numerosa delegación del Opus Dei, el papa Francisco dijo algo muy similar: 

“Que el ejemplo del nuevo beato les ayude a responder con generosidad al llamado de Dios a la santidad y al apostolado en la vida ordinaria al servicio de la Iglesia y de la humanidad entera”.

4) Jesús Urteaga, sacerdote del Opus Dei,  nació en San Sebastián, Guipúzcoa, el 7 de diciembre de 1921 y muere en Madrid, el 30 de agosto de 2009. Escribió varios excelentes libros.  Entre ellos: 

El valor divino de lo humano, Madrid, Rialp, 1948.

Siempre alegres: para hacer felices a los demás, Madrid, Rialp, 1967.

Los defectos de los santos, Madrid, Rialp, 1978.

Haremos hincapié en este último libro: Los defectos de los santos, sin dejar de reconocer la santidad de los santos, pone su parte humana. Es decir, saca afuera esa visión de los santos como que si fueran seres extraterrestres o como si santidad fuera algo inalcanzable. 

Recuerdo una biografía, escrita hace mucho tiempo y de no me acuerdo ahorita cuál santo, que decía que era tan santo pero tan santo, que cuando era bebé, no lactaba los días viernes, para hacer penitencia.

Esto último, aparte de no ser verdad, es algo cursi y ridículo, que lejos hacerle bien a algunas personas, les hace mal. Estamos hablando de gente  que no tiene mucha formación religiosa y por lo tanto, pueda ser sensible a creer en principio este tipo de falsas historietas sobre la santidad, para luego decepcionarse al darse cuenta que esas exageraciones no son verdad.

Como contrapartida, recuerdo también un chiste, de hace mucho tiempo, que era el siguiente:

Érase un vez, una monja muy pero muy santa, llamada Sor Emeteria. Muere Sor Emeteria y se dispara como un cohete directo al cielo.  Sor Emeteria alcanza una velocidad supersónica. Al ver tal velocidad, San Pedro el portero del cielo, se asusta y cuando Sor Emeteria, está cerca del cielo San Pedro le dice:

“Sor Emeteria, diga una grosería porque se va a pasar”.

Esto último, es tan irreal, como el santo bebé que no lactaba los viernes para hacer penitencia. Ambos chistes son deformaciones de la santidad (lo del santo bebé, también es un chiste, lo que pasa es que el biógrafo lo contó como si hubiera sido verdad) 

 

5) El libro, Los defectos de los santos, pone a los santos, como seres humanos, que no solamente tuvieron defectos, sino que también cometieron pecados, como por ejemplo el rey David, que cometió pecado de adulterio, asesinato y traición, contra Urías, su mejor y más fiel amigo, y su más leal militar, ya que lo mandó a matar y tuvo relaciones sexuales con su mujer. 

Sin embargo, David se arrepintió y lloró su pecado. Como consecuencia, compuso el famoso salmo 50:

 

“Misericordia, Dios mío, por tu bondad,

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

4lava del todo mi delito,

limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa, 

tengo siempre presente mi pecado:

contra ti, contra ti solo pequé,

cometí la maldad que aborreces”

Salmo 50, 3-6

 

Dios lo castigó ya que  le dijo a David que iba a morir el hijo de David que nació de la mujer de Urías. Esto a pesar de los ruegos y las penitencias de David a Dios para que ese hijo no muriera. Sin embargo,el hijo murió. Como hemos dicho Dios le perdonó a David su pecado de adulterio y como una de las muestras de ello, posteriormente la mujer de Urías, concibió de David, al sabio rey Salomón.

 

San Pedro negó 3 veces a nuestro Señor Jesucristo pero se arrepintió. Lloró amargamente su pecado y su cobardía. Dios lo perdonó y lo ratificó como el primer papa:

 

“ Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Juan 21, 15-17) 

 

San Pablo fue perseguidor de los cristianos. Les causó mucho sufrimiento y sin embargo, Dios lo llamó, tuvo su conversión y por lo tanto, Dios lo escogió como el  "apóstol de los gentiles". 

 

Antes de su conversión, San Agustín fue un empedernido pecador. Su conversión se debió a los ruegos de su madre, santa Mónica- Así lo confiesa el mismo San Agustín, en su muy famoso libro autobiográfico titulado "Confesiones". Luego de convertido, San Agustín, fue obispo de Hipona. Uno de los "padres de la Iglesia" y uno de los teólogos más influyentes de la historia. 

 

Y así con varios santos, que omitimos poner, por razones de espacio.

 

El libro que le faltó escribir al Padre Jesús Urteaga fue, "las virtudes ocultas de los santos". Libro que se hubiera tratado de aquellas virtudes de los santos de las que  casi nadie habla y que suelen pasar ocultas. Uno de los capítulos del imaginario libro del que estamos hablando, han debido de haber sido dedicados a San Josemaría y al beato Álvaro del Portillo. 

 

6)  El concepto de santidad de San Josemaría y del beato Álvaro del Portillo, lo dicen muy bien la oración que aparecen en las estampas dedicadas a las oraciones a Dios, por las intercesiones de San Josemaría y del beato Álvaro del Portillo". 

 

En la oración de petición a Dios, a través de la intercesión de San Josemaría, dice así:

“Oh Dios, que por mediación de la Santísima Virgen otorgaste a San Josemaría, sacerdote, gracias innumerables, escogiéndole como instrumento fidelísimo para fundar el Opus Dei, camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano: haz que yo sepa también convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte, y de servir con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano Pontífice y a las almas, iluminando los caminos de la tierra con la luminaria de la fe y del amor.

Concédeme por la intercesión de San Josemaría el favor que te pido... (pídase). Así sea”.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 

Nótese lo de  “camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano”

 

En la oración de petición  a Dios, a través de la intercesión del beato Álvaro, dice así:

“Dios Padre misericordioso, que concediste al Beato Álvaro, Obispo, la gracia de ser, con la ayuda de Santa María, Pastor ejemplar en el servicio a la Iglesia y fidelísimo hijo y sucesor de San Josemaría, Fundador del Opus Dei: haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Dígnate otorgar la canonización del Beato Álvaro, y concédeme por su intercesión el favor que te pido... (pídase). Así sea”. 

 

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 

Nótese lo de “haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo”.

 

 

7)  San Josemaría y el beato Álvaro, siempre hablaron de “los caminos divinos de la tierra”. Bien lo expresó así, don Jesús Urteaga,  en su libro, El valor divino de lo humano. De estas enseñanzas se desprende, que cualquier trabajo honesto, es un “camino de santificación”. Esto es muy importante, porque para la época que se fundó el Opus Dei, el 2 de octubre de 1928, era común pensar que la santidad era un camino exclusivo para sacerdotes, obispos, monjas, hombres consagrados a Dios y mujeres consagradas a Dios . Que las cosas de los hombres estaban como divorciadas de las cosas de Dios.

De estas enseñanzas también se desprende que si bien un sacerdote, una monja, un hombre consagrado a Dios y una mujer consagrada a Dios, deben procurar hacer su trabajos divinos, de la mejor manera posible, también lo debe hacer, por ejemplo, un laico casado y una laica casada.

Vamos a poner un ejemplo:

El beato Álvaro del Portillo, además de Doctor en Filosofía y Letras, y en Derecho Canónico, era también Doctor Ingeniero de Caminos. Tuve en mis manos un libro de él, llamado  “Descubrimientos y exploraciones en las costas de California. 1532-1650” (el libro fue publicado en 1982)     

 

He en este libro, lo que anteriormente llamamos "las virtudes ocultas de los santos". El beato Álvaro, no solo hizo bien su trabajo religioso, sino también su trabajo humano, como lo prueba dicho libro. El libro no solo tiene textos muy bien escritos y explicativos, sino que también está muy bien diagramado y además, tiene un excelente material fotográfico y visual.

 

Con este libro, el beato Álvaro del Portillo, nos enseña, que además de cumplir con los deberes para con Dios, recogidos en los primeros tres Mandamientos de la Ley de Dios que es lo primero y más importante, hay que cumplir también con los deberes para con el prójimo y uno de ellos es el trabajar. Y trabajar bien. Sea cual sea, el oficio honesto que a cada uno, de nuestra particulares circunstancias, nos toque hacer.

 

No importa que no se tenga como trabajo, las tres profesiones clásicas, que son “médico, abogado o ingeniero”. Estas tres profesiones son importantes, valiosas y necesarias pero también, cualquier trabajo honesto que se haga, es también importante, valioso y necesario y también hay que hacerlo de manera que sea agradable a Dios y a los seres humanos. Jesucristo y San José, trabajaron como carpinteros. Hay también que hacer bien el trabajo, si uno es plomero, barbero, electricista, bombero, zapatero, carnicero, lechero, mecánico, oficinista mesonero, ascensorista, sepulturero, cocinero, pintor, músico, poeta, secretario, agricultor, ganadero, político, etc (lo que sea, hay que hacerlo bien) 

 

Veamos el caso de la gente que se ocupa de la limpieza, llámese barrendero, recolector de basura, limpiador de pisos, de oficinas, etc. Hay que ver lo importante que es, que por ejemplo las calles estén limpias. La suciedad, trae enfermedades, contaminación, tráfico, nervios, ansiedad, etc. Los mosquitos que transmiten el dengue y la chikungunya, se desarrollan en la suciedad y afines. Nuestra amada y sufriente Venezuela actualmente vive momentos muy difíciles, de crisis en muchísimos aspectos. La actual crisises fruto de problemas que ahora no vamos a analizar, porque no es el tema de este escrito. Una de las lamentables consecuencias de esta lamentable situación, es, en algunas (no todas) ciudades: calles sucias, inmundas, con bolsas de basuras rotas y regadas en el medio de las calles, mal olientes (apestosas), etc.

 

Pues bien, los que recogen la basura, los barrenderos, los que se encargan de la limpieza, en algunas casos, no en todos, tienen que mejorar su trabajo, así sea trabajando con las uñas. Y si hay escasez de escobas, como actualmente hay escasez de casi todo, y si lo único que se consiguiera para barrer serían palillos, pues estar dispuesto barrer el suelo con palillos, pero es de clamor nacional, que algunas calles no pueden seguir en el estado de suciedad e inmundicia, en que actualmente están. 

Todo lo anterior explica, la importancia, la utilidad social, que tiene un barrendero y la consiguiente obligación de hacerlo bien, lo mejor posible, tal cual enseñaron san Josemaría y el beato Álvaro del Portillo (no solo el barrendero: cualquier otro oficio. Tomamos el barrendero como ejemplo)    

 

8) Otra de las virtudes ocultas del beato Álvaro del Portillo, es que no tuvo lo que personalmente llamamos “complejo de segundón”. Esto lo definimos, como por ejemplo, lo que pasó en Venezuela, con el que una vez fue vicepresidente, Juan Vicente Gómez, en relación al para ese entonces presidente, Cipriano Castro. 

 

Ambos eran compadres, íntimos amigos. Cipriano Castro se enferma, tiene que irse a tratar al exterior. Confiaba incondicionalmente en Juan Vicente Gómez y por eso, lo deja encargado de la presidencia. Apenas Cipriano Castro sale, Gómez lo traiciona, le da un golpe de estado y no permite que Cipriano Castro, vuelva más nunca a Venezuela, teniendo que morir fuera de Venezuela.

El caso de la traición de Gómez, no es el único que ha sucedido en la historia. Se trata de la envidia que siente el segundo hacia el primero. 

Si el caso del Opus Dei, se viera solo con ojos terrenos y meramente humanos,, San Josemaría, sería el número 1 y el beato Álvaro del Portillo, sería el número 2.

 

Pero las cosas de Dios, no siempre transitan por el mismo camino que muchas veces transitamos cuando vemos las cosas solamente desde el lado humano. Andrés Eloy Blanco,  en su  “Canto a España”, dice lo siguiente:

 

“Tú recuerdas al nauta en su camino que es Dios quien fija el rumbo y da el destino y el marino es apenas la expresión de un anhelo, pues para andar sobre el azul marino ¡hay que mirar hacia el azul del cielo!”.

 

Cuando vemos las cosas solamente desde el lado humano, andamos sobre el azul marino pero sin ver hacia el azul del cielo y cuando hacemos eso, es muy difícil que lleguemos a Puerto, porque perdemos la orientación segura que siempre nos dará el azul del cielo.

El beato Álvaro del Portillo, siempre anduvo sobre el azul marino pero siempre mirando hacia el azul del cielo. Por eso, nunca tuvo “complejo de segundón”. Más bien, como dice la estampa antes dicha:  

 

“Dios Padre misericordioso, que concediste al Beato Álvaro, Obispo, la gracia de ser, con la ayuda de Santa María, Pastor ejemplar en el servicio a la Iglesia y fidelísimo hijo y sucesor de San Josemaría, Fundador del Opus Dei…”.

 

Además, hay un ejemplo, que ilustra muy bien este punto:

 

Una vez, el padre de San Martín de Porres, fue al prior del convento donde vivía su hijo. No olvidemos que su papá era un rico noble español y su madre, era una esclava. 

El padre le fue a protestar al prior del convento porque su hijo era el barrendero y el portero del convento, y eso según su padre, era un “trabajo muy bajo” (lo llamaban “Fray Escoba").

Pues bien, San Martín de Porres, le dijo a su padre:

 “Padre mío, en la casa de Dios, no hay trabajo bajo, por humilde que sea”.

En la casa de Dios, las cosas funcionan, como le dijo San Martín de Porres a su padre.

 

9) San Josemaría fundó el Opus Dei pero la figura canónica jurídica, que aprobó la Santa Sede, fue la de un “instituto secular”.  A San Josemaría no le gustaba esta figura. Era algo así, como un traje que no le sirve y ajusta, a una determinada persona. 

San Josemaría aspiraba a una prelatura. Murió sin logarlo. El equivalente a una prelatura, es el “ordinariato militar”. Los capellanes, en lo militar, dependen de un obispo militar. En sus respectivas parroquias, dependen del correspondiente obispo pero en lo militar, dependen del obispo militar. El que logra que el Opus Dei se convierta en una prelatura, fue el beato Álvaro del Portillo. 

 

En efecto, el 15  de septiembre de 1975, el beato Álvaro del Portillo, “fue elegido primer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer. El 28 de noviembre de 1982, al erigir la obra en Prelatura personal, el Santo Padre Juan Pablo II le nombró Prelado del Opus Dei, y el 6 de enero de 1991 le confirió la ordenación episcopal. Toda la labor de gobierno” del beato Álvaro del Portillo “se caracterizó por la fidelidad al Fundador y a su mensaje , en un trabajo pastoral incansable para extender los apostolados de la prelatura, en servicio de la Iglesia” (la cita entre comillas fue extraída del reverso de la oración de oración para la devoción privada, de petición a Dios, a través de la intercesión, de cuando el hoy beato Álvaro del Portillo, era Venerable Siervo de Dios).

Hoy en día el prelado del Opus Dei, es Monseñor Javier Echevarría, obispo.

 

10) Quien escribe este artículo, no pertenece al Opus Dei. Esto lo digo con el mayor respeto y aprecio posible. Dios no me llamó a servirlo a través del Opus Dei. Eso no me impide, admirar y querer mucho al Opus Dei y también, poderme beneficiar de la extraordinaria y maravillosa obra, que es hoy en día, la prelatura del Opus Dei, como explicamos en el punto anterior.

 

Más bien, estudié 18 años con los jesuitas, 13 en colegio San Ignacio y 5 en la Universidad Católica Andrés Bello. Pero tampoco, formo parte de ningún movimiento de apostolado fundado por los jesuitas, tales como la maravillosa obra “ Fe y Alegría”, fundada por el insigne jesuita, el Padre Velaz SJ.  Lo antes dicho, no me impide tampoco querer mucho a San Ignacio de Loyola y demás santos y beatos de la Compañía y a la vez, admirar la innegable obra jesuita a través de la historia. Lo que soy, en muy buena parte, se lo debo a los jesuitas, lo cual me hace tener una deuda eterna de gratitud hacia ellos. 

 

Digo esto, por lo mismo que dije, lo del Opus Dei: Dios no me llamó, ni por la prelatura del Opus Dei, ni por ninguna obra de apostolado, dirigida o inspirada, por jesuitas.

 

Todo este preámbulo de este punto 9, es porque quizás, puedo hablar con algo de objetividad sobre un mito, que se ha creado hoy en día, sobre una supuesta rivalidad entre los jesuitas y el Opus Dei (a veces, han hablado hasta de odios y de rencillas irreconciliables).

11) Para desarrollar el punto anterior, voy a tener que citar la página web del Opus Dei. 

En efecto, el 17 de Septiembre 2013, se publicó el siguiente artículo titulado “El Opus Dei y los Jesuitas: La verdad y el mito” (extracto):

“La rivalidad entre el Opus Dei y los jesuitas es más un cliché que una realidad. En el pasado hubo capítulos de cierta incomprensión entre algunos jesuitas y algunas personas del Opus Dei pero las relaciones de san Josemaría con el padre Arrupe siempre fueron cordiales y de estima mutua.

La diferencia de carismas no impide que ambas instituciones remen del mismo lado, del lado de una Iglesia: una barca muy amplia donde caben muchas espiritualidades…

Refleja Vázquez de Prada en la biografía El Fundador del Opus Dei (tomo III, pág. 503) que el 17 de agosto de 1966, Escrivá regresó a Villa Tevere, para emprender enseguida viaje a París. “Antes de salir de Roma escribió al Padre Arrupe, Prepósito General de los Jesuitas, prometiéndole encomendar al Señor los trabajos de la próxima Sesión de la Congregación General de la Compañía. No eran palabras vanas ni de puro cumplido. Deseaba muchos frutos espirituales para la Compañía. Con esta intención –le dice al General- me ha dado mucha alegría hacer celebrar cien santas misas.

(Carta, en EF-660817-2. Estoy seguro –le dice en el párrafo anterior –de que, con la gracia de Dios y la ayuda de su Madre Santísima, Ud. y yo y los muchos santos RR. Padres jesuitas […] conseguiremos que la caridad de Cristo brille siempre, sin que haya nunca excepciones.

Esta carta, del 17 de agosto, es contestación a una carta del P. Pedro Arrupe del 27 de julio, que dice así:

“Muy estimado Mons. Escrivá:

Me llegó su carta de 26 de junio pasado y le ruego me perdone el retraso con que le contesto ya que comenzaba pro esos días los Ejercicios Espirituales y he querido también tener ocasión de comunicar al Superior del P. Zeigler su ruego, par que él le avise sobre la materia que Vd. Me indicaba en su carta.

No tengo que decirle, Mons., lo que siento esa clase de manifestaciones de parte de miembros de la Compañía, que ya considerará Vd. como imprudencias personales muy lejos de manifestar la gran estima y aprecio que la Compañía de Jesús tiene del espíritu y obras del Opus Dei.

Ya se acerca nuestra Congregación General, en su segunda Sesión, y espero que nos encomendará de una manera especial en este tiempo. Pues es de gran importancia y responsabilidad todos los asuntos y estudios que en ella se desarrollarán. Le agradezco mucho su felicitación por mi fiesta onomástica y sus oraciones. Con sincero afecto (RHF, D-30804)…

“En lo personal, los dos hombres se trataron cordialmente, la correspondencia mantenida entre ellos es solo una prueba evidente de esta sintonía de fondo  y Arrupe, de hecho, estuvo presente en el funeral de Escrivá en 1975. No obstante, condujeron a sus comunidades en direcciones distintas.

 

Pilar Urbano en El hombre de Villa Tevere consigna estos encuentros: “El 12 de septiembre de 1965, Escrivá recibe en Villa Tevere una visita tan esperada como deseada: el padre Arrupe, General de la Compañía de Jesús.

A esta visita corresponderá el fundador del Opus Dei yendo a almorzar a Borgo Santo Spirito, la casa generalicia de los jesuitas, el 10 de octubre de ese mismo año. Por cierto que, en aquella ocasión, Arrupe quiso que se hicieran unas fotografías juntos en la azotea, dominando una panorámica de Roma…

Relación del Opus Dei con el Papa Francisco

Partiendo de este tópico general es fácil concluir que, puesto que el Papa es jesuita y que el Opus Dei tiene “oscuros intereses” en el Vaticano, debe estar disgustado con la elección del Pontífice. Nada más lejos. Pero, como es fácil extender una sospecha, vayamos, una vez más a las fuentes originales. En concreto, al Prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, en entrevista con El Mercurio, diario chileno, el 9 de abril de 2013:

“Nuestro nuevo Papa Francisco es el 265 sucesor de Pedro. Desde que se ha visto la fumata blanca le hemos recibido con profunda gratitud y, ahora, siguiendo el ejemplo de Benedicto XVI, le manifestamos incondicional reverencia y obediencia”.

En mis visitas a Argentina, he notado en los fieles del Opus Dei un gran cariño y respeto por el cardenal Bergoglio: era una relación de cordialidad, de sencillez, de amistad, de preocupación por secundar los afanes de esa querida arquidiócesis. El cardenal celebraba con frecuencia la misa del 26 de junio, en la fiesta de san Josemaría, fundador del Opus Dei, en la Catedral. Sé de la cercanía de fieles de la Obra con el entonces cardenal y de su paterna correspondencia. Por ejemplo, estuvo en un centro de la Obra para visitar a un sacerdote enfermo, acompañó a otro en el velorio de su madre… Estos detalles dicen mucho de su atención a la persona, del afecto por cada uno. Conoce bien un colegio impulsado por gente del Opus Dei en Barracas, lindante con la Villa 21, el asentamiento de viviendas informales más grande de la ciudad de Buenos Aires. Lo visitó más de una vez…

Desde el principio de su pontificado, el Opus Dei ha manifestado su adhesión más plena al Papa Francisco. Y el Papa Francisco, que conoce el Opus Dei desde hace muchos años, ha mostrado su cariño hacia la institución y su confianza en ella al efectuar algunos de sus últimos nombramientos…”(fin de la cita).

 

12) Del texto que vamos a continuación vamos a citar, vamos a hacer posteriormente un breve comentario. El texto viene de la misma fuente que la de punto 10. El texto es el siguiente: 

“Al propio fundador del Opus Dei le preguntaron sobre este tema en dos entrevistas recogidas en Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer. En la primera de ellas, la realizada por Jacques Guillemé-Brulon para Le Figaro el 16 de mayo de 1966, contesta: “Los rumores de que se ha hablado son… rumores. El Opus Dei ha contado siempre con la admiración y la simpatía de los religiosos de tantas órdenes y congregaciones. El Secretario General del Opus Dei, don Álvaro del Portillo, trataba y estimaba al anterior General de la Compañía de Jesús. Al actual, al P. Arrupe, lo trato y lo estimo, como él a mí. Las incomprensiones, si se dieran, demostrarían poco espíritu cristiano, porque nuestra fe es de unidad, no de celos ni de divisiones.” (Conversaciones, nº 43). Y en la misma línea se expresa en la entrevista realizada por Tad Szulc corresponsal de The New York Times, el 7 de octubre de 1966 (Conversaciones, nº 54)…” (fin de la cita).

El breve comentario a este punto número 11, es el siguiente:

Se ve como el beato Álvaro, al igual que San Josemaría, buscó siempre la unidad y las buenas relaciones con los jesuitas. 

13) La introducción de este punto 13, es ídem al punto 11 anterior.

 “La rivalidad entre el Opus Dei  y los jesuitas es en cierto modo una ironía porque Escrivá sentía una gran devoción personal por Ignacio. (…) El mismo nombre del Opus Dei proviene de un jesuita, el padre Valentín Sánchez Ruiz, que fue el confesor de Escrivá durante un periodo de su vida y una vez le preguntó en tono despreocupado: “Cómo va esa obra de Dios?”.  (Opus Dei, 332)…

Sin ir más lejos, el libro Camino, escrito por Escrivá pone de manifiesto en muchos de sus puntos esta devoción: “Acuérdate de Ignacio: Ignorante, entre los doctores de Alcalá. —Pobre, pobrísimo, entre los estudiantes de París. —Perseguido, calumniado… Es el camino: ama y cree y ¡sufre!: tu Amor y tu Fe y tu Cruz son los medios infalibles para poner por obra y para eternizar las ansias de apostolado que llevas en tu corazón”. (Camino, 474). Referencias que pueden comprobarse también en los puntos 11, 798, 402, 470 y 931… (fin de la cita).

Breve comentario a este punto número 12:

San Josemaría decía que las devociones eran algo muy particular de cada persona. De acuerdo a mis estudios sobre dicho santo, las devociones que tenía, eran:

Después de nuestro señor Jesucristo, la Virgen María.

Luego, San José. San Josemaría se alegró mucho cuando el Concilio Vaticano II, decretó que se invocara a San José, en el Canon de la Misa. También Santa Teresa de Ávila, Santo Tomás Moro y San Ignacio de Loyola, como se desprende de lo arriba escrito. Bastaría este solo punto para demostrar que San Josemaría nunca tuvo animadversión hacia los jesuitas sino todo lo contrario.

14) Casi finalizando, quisiera poner un punto personal:

El día de la beatificación, de don Álvaro del Portillo, me tocó llevar al altar, a mi hija Anabella, quien se desposó con Juan Andrés Lucas Payot.

El matrimonio se hizo en una iglesia regida por el Opus Dei, llamada “Sagrada Familia de Nazaret y San Josemaría”,  en urbanización La Tahona, Caracas.   

La ceremonia la realizó un sacerdote del Opus Dei, el simpático, inteligente y carismático, Padre Marcos Pantin. 

 

 

A un lado del altar, estaba una estatua de San Josemaría y al otro, un pendón con la imagen del para ese entonces, ya beato, Álvaro del Portillo.  

Una de las tantas bellas cosas que dijo el Padre Pantin, fue lo siguiente: “Don Álvaro, nos acompaña en este matrimonio, que hoy estamos celebrando”. 

Como padre, de la que para ese entonces, era la novia, hoy la esposa, a Don Álvaro encomiendo la felicidad, amor y dicha, de ese matrimonio. Amén. 

 

15) finalizamos con unas palabras del beato Álvaro:

 

 "Nosotros somos hijos de Dios, y tenemos que seguir en todo el ejemplo que nos han dejado María Santísima y José, y sobre todo, Jesucristo.  (...) En las cosas pequeñas, cuando nos cuesta trabajo hacer lo que Dios pide, hemos de decirle:  Señor, ¿Tú lo quieres? ¡yo lo quiero también!  Y en las cosas grandes, lo mismo, con la diferencia de que para Él no hay cosas grandes o pequeñas, porque cuando nos pide algo difícil de aceptar, da también la gracia que necesitamos para llevarlo a cabo. Basta que nosotros pongamos nuestra buena voluntad. Y esa, sí tiene el Señor derecho a pretenderla. Que sepamos decir al Señor que sí..."

Luis Alberto Machado Sanz

Abogado

machadosanz@gmail.com

@caballitonoble