SAN PABLO VI: “A TRAVÉS DE ALGUNA GRIETA HA ENTRADO EL HUMO DE SATANÁS EN EL TEMPLO DE DIOS”. SEGUNDA ENTREGA.

escrito por LUIS ALBERTO MACHADO SANZ

Abogado

machadosanz@gmail.com

                              @caballitonoble 

1- Al igual que el Concilio Vaticano II,  tanto como el venerable Pio XII, como san Juan XXIII, como San Pablo VI, como el venerable Juan Pablo I y san Juan Pablo II son un regalo de Dios para el mundo. Un lujo de papas santos, buenos, valientes y que les tocó unas épocas muy particulares, muy duras, muy difíciles y muy especiales y un Concilio Vaticano II que también se dio en una época muy pero muy especial, sumamente cambiante que definiría muchas de las formas de vida de momentos posteriores e incluso del momento actual, agitada, turbulenta y de muchísima rebeldía, inconformidad, insatisfacción   como fue la llamada “década de los sesenta”. Ante esta especialísima época de la historia de la humanidad la Iglesia no se podía quedar callada, impasible e inamovible y tenía que dar una respuesta y fijar una posición. Y gracias a la inspiración del Espíritu Santo y a estos santos y valientes papas antes mencionados, la Iglesia dio la magistral respuesta del Concilio Vaticano II. 

 

El Padre Luis Ugalde SJ definió el Concilio Vaticano II como “una reflexión que la Iglesia hizo sobre sí misma”, reflexión que fue un magistral aporte al momento y a las circunstancias históricas en que se dio el Concilio Vaticano II. 

 

 2-Antes de entrar a hablar sobre el Concilio Vaticano II, hablemos un poco del venerable Pio XII, predecesor del Concilio Vaticano II:

 

Así mucha gente no lo quiera ver y haya injustamente calificado al venerable Pio XII como “retrógrado, fanático, inquisidor” y pare de contar, Pio XII comenzó a hacer reformas dentro del momento y las difíciles circunstancias que tuvo y dentro de lo que pudo. Vamos a poner un ejemplo:

 

Para el momento de ser entronizado, Pio XII como Romano Pontífice, el ayuno eucarístico era algo que muchos consideraban algo muy severo. No me tocó vivir esa época, por lo tanto, lo que por que de ese punto puedo decir, me lo contaron. 

Escuché de pequeño que si se iba a comulgar, no se podía comer nada desde la media noche del día anterior y no se podía tomar ni un mililitro de agua antes de comulgar. Por lo tanto si entendí bien, si la persona quería comulgar en la Misa del domingo, desde en la medianoche de sábado para domingo, tenía que guardar con el rigor antes dicho el ayuno eucarístico antes especificado. Un médico que vivió esa época me contó de muchachos desmayados, ya que si iban a comulgar tenían que salir de su casa sin desayuno. 

Pues bien, Pio XII revoluciona el ayuno eucarístico y decreta que solo será de tres horas antes de comulgar, suprime lo de “la media noche” y que además se puede tomar agua en cualquier momento antes de comulgar.  Esto fue una reforma muy importante y era una suerte de preludio de los cambios que vendrían después con lo que sería el Concilio Vaticano II. Por lo tanto Pio XII comenzó con lo del “aire fresco” de  san Juan XXIII del que hablaremos más adelante. La reforma del “ayuno eucarístico” así lo demuestra. Pio XII no pudo hacer más reformas porque el momento y las circunstancias no se lo permitieron pero creemos que echó las bases para lo que después sería el Concilio Vaticano II, que a partir de “la década de los 60”, adaptó la Santa Madre Iglesia a los momentos y circunstancias de los turbulentos y cambiantes tiempos por venir y que todavía seguimos viviendo.

3- Veamos algunos de los característicos y especialísimos  acontecimientos que se dieron la llamada “década de los sesenta” que fueron contemporáneos con el Concilio Vaticano II: 

La guerra de Vietnam, la crisis de los misiles soviéticos en Cuba, en octubre de 1962, el Mayo Francés de 1968, los existencialistas franceses, las rebeliones de las universidades, las invasiones soviéticas como por ejemplo, la de ex Checoslovaquia, también en 1968, la llegada del hombre a la luna en julio de 1969.

Igualmente, el asesinato de los Kennedy y Martin Luther King Jr, los Beatles, los cambios en las modas y el vestir: el pelo largo en los hombres, el bikini, el twist, el rock and roll, Marilyn Monroe y demás “sex simbols”, el auge de la mariguana, el LSD y la cocaína, el feminismo, Woodstock, los derechos civiles en USA y su repercusión en el resto del mundo, Malcom X. Igualmente los hippies y todo lo que fueron las protestas y movimientos anti sistema, “anti establishment”, etc.   

 

Por otra parte, podemos también observar las guerrillas en Latinoamérica, en especial en Venezuela, fomentadas por la Unión Soviética a través de la tiranía cubana, para intentar desestabilizar el gobierno legítima y democráticamente constituido de Rómulo Betancourt y agarrarse el petróleo y las riquezas venezolanas, siendo las guerrillas derrotadas por el coraje y valentía de Betancourt. 

 

Otros ejemplos de lo agitado de la década de los sesenta es por ejemplo Casisus Clay que destacó no solo por gran boxeador sino porque se negó a ir a la guerra de Vietnam y por lo tanto lo despojaron del título mundial de los pesos pesados, yendo preso pero al final se impuso, en Venezuela tuvimos grandes personales tales como César Girón, Renny Ottolina y Luis Aparicio, etc.

No podemos dejar de mencionar el éxito del futbol latinoamericano, en especial el equipo de Brasil liderizado por Pelé, etc. 

Hubo ciertas cosas que si bien cristalizaron después de los década de setentas, se incubaron en década de los sesenta, tales como el restablecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales entre los Estados Unidos de América y la China que por parte de USA iniciara el presidente Nixon, “el destape español” que explotó luego de la muerte de Franco pero que aunque fuera dentro de la censura franquista ya venía corriendo y por supuesto que la paz en Vietnam que se dio en la década de los setenta pero que comenzó a finales de los sesenta y no pudiendo dejar de mencionar como algo muy característico de la década de setenta, el caso Watergate. 

Es imposible dejar de mencionar que luego del Concilio Vaticano II y después de más de 400 años de papas italianos, vendría un Papa eslavo, San Juan Pablo II, quien tendría mucho que ver con la caída del Muro de Berlín que sucedió el 9 de noviembre de 1989 y el desmantelamiento de la Unión Soviética. 

Y un muy largo etc.   

 

4- Uno de los aspectos por los que más es recordado san Juan XXIII es por la convocatoria al Concilio Vaticano II. Dicen que cuando le preguntaron el por qué había convocado el Concilio Vaticano II, abrió una ventana y dijo lo siguiente:

 

“Que entre aire fresco”.

Y era obvio, se necesitaba “aire fresco” para la Iglesia, en los momentos que se avecinaban. Mejor dicho: ya los cambios a nivel mundial de habían comenzado a entrar en acción.  

 

El 11 de octubre de 1962 se dio la apertura del Concilio Vaticano II por parte de san Juan XXIII. Eso fue una sorpresa ya que muchos pensaron que se trataba de un Papa de transición y no iba a ser un “revolucionario” que convocaría un Concilio. Juan XXIII no pudo terminar el Concilio, murió el día 3 de junio de 1963. Juan XXIII declaró en su testamento dijo que ofrecía sus dolores y sufrimientos de enfermo y moribundo por el éxito del Concilio. El Concilio lo continuó y lo terminó san Pablo VI. 

El 29 de setiembre de 1963, san Pablo VI abre la segunda sesión del Concilio Vaticano II. La clausura fue el día 8 de diciembre de 1965, se hizo con la Santa Misa que presidió san Pablo VI. Ese mismo día, san Pablo VI confirmaba de manera solemne todos los decretos del Concilio y a la vez proclamó un jubileo extraordinario que iba desde el 1 de enero al 29 de mayo de 1966, para la reflexión y renovación de la Iglesia, a la luz de las grandes enseñanzas del Concilio Vaticano II

5- Veamos como en relación de esto que estamos hablando del Concilio Vaticano II, el Santo Padre Francisco se expresó de San Pablo VI. En efecto: 

El domingo 14 de octubre de 2018 fue el día de la canonización de Juan Bautista Montini, Pablo VI y el domingo 19 de octubre de 2014 fue el día de su beatificación. En su beatificación el Santo Padre Francisco dijo que “Pablo VI fue el gran timonel del Concilio Vaticano II... fue un valiente cristiano por predicar el diálogo con el mundo moderno y crear en 1965 los sínodos o asambleas de obispos para democratizar y modernizar a la Iglesia…la grandeza del beato Pablo VI resplandece en su humildad… la persona que en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y visión de futuro -quizás en solitario- el timón de la barca de Pedro… a este Pontífice el pueblo cristiano siempre le estará agradecido por la exhortación apostólica Marialis cultus y por haber proclamado a María ‘Madre de la Iglesia’ en ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II” (fin de la cita)

 

6- Tal cual dijimos en nuestro anterior artículo “San Pablo VI: un Papa santo, inteligente y valiente (I). Primera entrega”, lo que no sabe mucha gente es que previo al Concilio, san Juan XXIII se reservó para sí dos casos:

 

I)          El celibato sacerdotal

 

II)          El control de la natalidad

 

En el Concilio Vaticano II no hablaría de estos dos temas. Como san Juan XIII muere, le tocó a san Pablo VI resolver esos dos asuntos pendientes, dos “papas calientes”, Lo anterior lo resolvió san Pablo VI mediante dos encíclicas:

 

La encíclica Sacerdotalis Caelibatus, es la sexta encíclica del papa Pablo VI. (Latín: Celibato sacerdotal), fue promulgada el 24 de junio de 1967 y la Humanae Vitae que  fue promulgada el 25 de julio de 1968 (Latín: De la vida humana).Más adelante hablaremos de ambas encíclicas. De todo lo demás se habló en el Concilio Vaticano II. 

7-  Vamos a decir algo muy importante sobre el Concilio Vaticano II: 

Uno de los hechos más notorios más de las reformas y cambios que vinieron a raíz del Concilio Vaticano II, tuvo que ver con el hecho que la Santa Misa pudiera ser en lengua vernácula; hubo feroces críticas por parte de sectores ultra conservadores como por el ejemplo el caso del arzobispo Marcel Lefebvre quien atacó de manera inmisericorde a san Pablo VI, entre otras cosas, por lo de la Misa en lengua vernácula. Ya hablamos sobre el arzobispo Lefebvre y su cisma nuestro artículo anterior titulado  “San Pablo VI: un Papa santo, inteligente y valiente (I). Primera entrega”. 

 

Ojo: El Concilio Vaticano II no suprimió el latín como lengua oficial de la Iglesia, más bien se ratificó el latín como lengua oficial de la Iglesia, lo podemos leer en la CONSTITUCIÓN del Concilio Vaticano II 

titulada “SACROSANCTUM CONCILIUM

SOBRE LA SAGRADA LITURGIA”, que en su artículo 36 dice lo siguiente: 

36. § 1. Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular…

§ 3. …será de incumbencia de la competente autoridad eclesiástica territorial… determinar si ha de usarse la lengua vernácula y en qué extensión…Estas decisiones tienen que ser aceptadas, es decir, confirmadas por la Sede Apostólica.

 

§ 4. La traducción del texto latino a la lengua vernácula, que ha de usarse en la Liturgia, debe ser aprobada por la competente autoridad eclesiástica territorial antes mencionada”. Fin de la cita.

Es decir, salvo excepciones y para la facilidad de  la feligresía, la Misa será dicha en latín pero como casi todo en la vida la excepción se hizo la regla ya que en posteriores legislaciones pero nótese que confirmadas por la Sede Apostólica. En muchísimas partes del mundo se aprobó que la Santa Misa  fuera dicha en lengua vernácula. Sin embargo, en El Vaticano, en líneas generales, la Santa Misa siempre se ha dicho en latín. 

Vamos a hacer un comentario por todo el escándalo que se formó por lo de la Santa Misa pudiera ser dicha en lengua vernácula:

En 2000 años, la Iglesia Católica ha cambiado pero  en cuestiones que no son de su esencia. En efecto:

quien instituyó la Misa fue Jesucristo. Fue el primero que dijo Misa y ordenó que dijeran Misa hasta que volviera en su segunda venida:

 

"Haced Esto en Memoria Mía". 

Pero nuestro Señor Jesucristo no dejó instituido el idioma en que se habría de decir la Misa, este tema nos lo dejó a nosotros, lo que dejó intuido  fue la esencia de la Misa: que la materia fuera el pan y el vino, que se dijera la formula “Esto Es Mi Cuerpo”, Esto Es Mi Sangre” y que el ministro celebrante fuera un sacerdote debidamente consagrado y ordenado por un obispo, ordenado “in sacris”. 

 

Antes del Concilio Vaticano II, el sacerdote daba la Santa Misa en latín y de espaldas a la feligresía; hoy en día en casi todas partes del mundo la Santa Misa se dice de cara a los feligreses y en lengua vernácula pero ni El Concilio Vaticano II ni las disposiciones posteriores confirmadas por la Sede Apostólica cambiaron la esencia de la Santa Misa tal cual la instituyó  nuestro Señor Jesucristo tal cual acabamos de decir.

 

La Misa que el sacerdote dice hoy en lengua vernácula, es en esencia, la misma Misa que se decía en latín antes del Concilio y es en esencia, la misma primera Misa que dijo nuestro Señor Jesucristo. 

Y esto que estamos diciendo de la Santa Misa, lo podemos decir de todo lo que tiene que ver con la esencia de la Iglesia Católica que aprobó el Concilio Vaticano II.

8- Se dice que el Papa emérito Benedicto XVI “restituyó la Misa en latín”. Pues bien, como en el punto anterior dijimos, el latín nunca fue suprimido. El Concilio Vaticano II produjo dos documentos llamados “post conciliares” que son el “Catecismo Universal de la Iglesia Católica”, promulgado por san Juan Pablo II y la reforma del Código de Derecho Canónico de 1983, también promulgado san Juan Pablo II. Cuando se promulgó el Código de Derecho Canónico, el extinto arzobispo de Caracas, el cardenal José Ali Lebrún Moratinos, dijo lo siguiente:  

“Al que no le gustó el Concilio Vaticano II tampoco le va a gustar el nuevo Código de Derecho Canónico”. 

Pues bien  el nuevo código de Derecho Canónico, decretó lo siguiente:

"La celebración eucarística hágase en lengua latina, o en otra lengua con tal que los textos litúrgicos hayan sido legítimamente aprobados” (Canon 928). 

Obviamente que la lengua vernácula en la que hoy en día se dice la Santa Misa en casi todas las partes del mundo fue legítima y canónicamente  aprobada. Lo que hizo Benedicto XVI fue permitir que la diócesis que así lo solicitare a la Sede Apostólica, en dichas iglesias incardinadas a su jurisdicción canónica, se volviera decir a la Santa Misa en latín. Es el caso que por lo menos en Venezuela NADIE solicitó que la Santa Misa se volviere a decir en latín. Por lo tanto, en Venezuela las misas se siguen diciendo en lengua idioma español.  

9- No solamente por lo que antes dijimos que la Misa fuera dicha en lengua vernácula sino que también San Pablo VI fue ferozmente atacado por haber promulgado la encíclica “Populorum Progressio”,

“Sobre el desarrollo de los pueblos”, fue promulgada el 26 de marzo de 1967; por dicha encíclica  lo tildaron  de “comunista”.  

En esta encíclica, san Pablo VI habla de angustias, injusticias y calamidades que sufren los pueblos: habla  del yugo del hambre, de la miseria, de las enfermedades endémicas y de la incultura. San Pablo VI dice que lejos de sufrir estas calamidades y miserias, los pueblos deben participar de los frutos de la civilización y en consecuencia, lograr su pleno desarrollo. La Iglesia debe ayudar a este desarrollo de los pueblos y de salir de los atrasos, miserias y carencias anteriormente mencionadas. La “Populorum Progressio”  no tiene nada de “doctrina comunista”, al contrario, está de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia que no es ni “comunista”, ni socialista”. No es lo mismo comunismo que doctrina social de la iglesia, no es lo mismo socialismo que doctrina social de la iglesia.

El planteamiento de la “Populorum Progressio” lo había ya esbozado san Pablo VI en su discurso en la ONU, el día 4 de octubre de 1965:

“Hacemos nuestra también la voz de los pobres, de los desheredados, de los desventurados, de quienes aspiran a la justicia, a la dignidad de vivir, a la libertad, al bienestar y al progreso…Vosotros habéis consagrado el gran principio de que las relaciones entre los pueblos deben regularse por el derecho, la justicia, la razón, los tratados, y no por la fuerza, la arrogancia, la violencia, la guerra y ni siquiera, por el miedo o el engaño… 

La vida del hombre y la vida humana son sagradas. Nadie puede osar atentar contra ella. Es en vuestra Asamblea donde el respeto de la vida, aun en lo que se refiere al gran problema de la natalidad, debe hallar su más alta expresión y su defensa más razonable. Vuestra tarea es hacer de modo que abunde el pan en la mesa de la humanidad y no auspiciar un control artificial de los nacimientos, que sería  irracional, con miras a disminuir el número de convidados al banquete de la vida”.  Fin de la cita. 

 

10- Veamos lo del celibato sacerdotal, una “papa caliente” que le tocó a San Pablo VI:

Luego del Concilio Vaticano II hubo una gran  presión para que San Pablo VI aboliera el celibato. Entre los argumentos para presionar a que San Pablo VI levantara la obligación del celibato para el sacerdote del rito latino estaba que debido a la obligación del celibato “muchos curas estaban colgando los hábitos”. Pues bien, se hicieron encuestas a ver cuántos curas habían “colgado los hábitos” y por ejemplo las encuestas dijeron que en Bélgica  solamente el 2% de los sacerdotes había “colgado los hábitos”. 

 

Por lo tanto, había una obvia exageración en el asunto del celibato a veces auspiciado por enemigos de la Iglesia tanto por enemigos externos como por enemigos  internos: el que siempre hace más daño es el que está adentro, no el que está afuera, el que siempre hace más daño es el que se queda, no el que se va, nuestro Señor Jesucristo le preguntó a los apóstoles lo siguiente:

"64.«Pero hay entre vosotros algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65.Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» 66.Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. 67.Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» 

68. Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿dónde vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, 69.y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» 70.Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.»" 

Juan 6. 64-70

 

Lo anterior lo decimos porque Judas Iscariote no se fue y por eso hizo el daño que hizo. Si se hubiera ido no hubiera podido haber traicionado a nuestro Señor Jesucristo. Un traidor, por definición, es alguien cercano. Alguien de afuera podrá ser otra cosa pero jamás un traidor, Judas Iscariote era uno de los 12 apóstoles que cuando hubiera sido mejor que se fuera no se fue. Los traidores nunca se van, siempre se quedan, siempre permanecen cercanos.

Dicho lo anterior, proseguimos con lo del celibato:

 

En el Código de Derecho Canónico  existen dos ritos: el “rito latino” y  el “rito oriental católico”, ambos están en comunión con el Romano Pontífice. 

Como su nombre bien lo explica, el rito oriental católico rige para los países en el oriente del mundo, solo por citar dos, diremos: Turquía y Siria. 

Ahora bien, tanto en el rito latino como en el rito oriental existen los sacerdotes religiosos que forman parte de una orden o congregación religiosas tales como los jesuitas, franciscanos, capuchinos, dominicos, salesianos, redentoristas, agustinos, agustinos recolectas, eudistas, etc.

También existen los  sacerdotes diocesanos que son los que dependen directamente del obispo; en cuanto a sacerdotes, los sacerdotes diocesanos son iguales a los sacerdotes religiosos, pero en cuanto a religiosos, no; ya que no pertenecen a ninguna orden o congregación.

Sin embargo, entre ambos ritos hay algunas diferencias  y una de ellas es el celibato. El rito latino se rige por el celibato de los sacerdotes. En el rito oriental católico no se  casan los sacerdotes. Es decir, ordenan sacerdotes a hombres casados que así lo deseen, tengan probadas virtudes y el consentimiento de la esposa. Eso se pudiera llamar, no “sacerdotes que se casan” sino “casados que se ordenan de sacerdotes”. Sin embargo, los sacerdotes religiosos que se rigen por el rito oriental católico sí tienen que ser célibes. 

Dentro del rito oriental católico también hay sacerdotes diocesanos que eligen ser célibes ya que no obligatorio el casarse, así como el matrimonio debe ser libre, también lo debe ser todo lo referido al sacerdocio. Y es de notar que de acuerdo a la legislación del rito oriental católico, “el casado que se hace sacerdote” no puede ser obispo.  

El punto central es que el celibato no es algo del llamado “derecho divino” sino del llamado “derecho eclesiástico terrenal”. De “derecho divino” es algo dictado por Dios, como por ejemplo la indisolubilidad del matrimonio. Por ejemplo, ningún Papa pudiera jamás aprobar el divorcio eclesiástico. Ningún Papa no ha tenido, no tiene, ni tendrá nunca facultades para cambiar La Biblia y las leyes de Dios. En el caso de la indisolubilidad del matrimonio fue el mismísimo Jesucristo el que lo instituyó:

 

“Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” (Mt 19,4-6) 

El celibato es distinto, no está en La Biblia, ni se trata de la ley de Dios. Se trata de leyes eclesiásticas, pero terrenas, al menos teóricamente están sujetas a cambio.

En el Evangelio vemos que Jesús curó de la fiebre a la suegra de San Pedro, el primer Papa:

 “Saliendo luego de la sinagoga, fueron a la casa de Simón y de Andrés, con Santiago y Juan. La suegra de Pedro estaba en la cama con fiebre, y al punto le hablaron de ella. Y acercándose Él la levantó tomándola de la mano. La dejó la fiebre y se puso a servirlos” (Marcos 1, 29-31) 

Lo que se llama “nulidad matrimonial” es distinto, la Iglesia no divorcia ni siquiera anula matrimonios, la Iglesia “declara nulo” un determinado matrimonio  cuando hay causales de nulidad, es decir declara que no hubo matrimonio.

Por otra parte, el Romano Pontífice tiene facultades para dispensar a los sacerdotes del celibato. Veamos algo que sucedió después de san Pablo VI:

En noviembre de 2009, el Papa Benedicto XVI publicó la constitución apostólica Anglicanorum coetibus, en la que establece el modo en el que los anglicanos que así lo desearan, pudieran ingresar a la comunión plena con la Iglesia Católica. Dicha constitución apostólica fue debido a una estampida y una migración de anglicanos que se habían pasado a la Iglesia Católica. La estampida sería objeto de análisis aparte, vino no solamente de sacerdotes y obispos anglicanos, sino también de feligreses e incluso de parroquias enteras.

Entre las regulaciones canónicas y eclesiásticas que reguló dicha constitución apostólica está que los obispos anglicanos que se pasaran a la Iglesia Católica pueden ser ordenados como sacerdotes católicos, con la salvedad que los que previamente están casados, luego de ordenados como sacerdotes católicos, siguen estando casados. Es decir, quedan como “casados sacerdotes”, tal cual los “casados sacerdotes” del rito oriental Católico como antes explicamos.

Ahora bien, ¿cómo resolvió esto del celibato San Pablo VI?

Por una parte, promulgó la encíclica “Sacerdotalis Caelibatus”, “el Celibato sacerdotal”, en la que ratifica el celibato sacerdotal para el rito latino y por la otra activó el llamado “diaconado permanente”. Esto es, ordenar de diáconos a hombres casados o a los célibes que solo pretenden ser diáconos y no presbíteros. El diaconado es el primer grado del Orden Sacerdotal, en el Orden Sacerdotal hay tres grados: diacono, presbítero (sacerdote) y obispo. El obispado es la plenitud del sacerdocio. Diáconos fueron por ejemplo San Francisco de Asís, San Lorenzo mártir al que quemaron en una parrilla, San Esteban mártir, San Vicente mártir, etc.

Los diáconos no pueden confesar, no pueden consagrar, por lo tanto no pueden decir misa. No pueden administrar la unción de los enfermos, etc. En cambio, pueden bautizar, leer el Evangelio y a la vez predicarlo en la misa o en la Liturgia de la Palabra, pueden dar la Sagrada Comunión, pueden celebrar matrimonios, etc. Antes que a un seminarista lo ordenen de sacerdote, lo ordenan antes de diacono, como de 6 meses a un año antes de su ordenación.

 

11- Veamos lo del control de la natalidad, otra “papa caliente” que le tocó a San Pablo VI:

 

Al salir la encíclica Humanae Vitae lo que mayoritariamente tituló la prensa mundial fue lo siguiente:

 

“El Papa condenó la píldora anti conceptiva”.

 

Pues bien, las palabras “píldoras anticonceptivas” no aparecen ni una sola vez en dicha encíclica, ni siquiera la palabra “píldora”. Dicha encíclica es muy densa y trata “sobre la vida humana”, los métodos naturales y artificiales sobre el control de la natalidad son apenas un aspecto de la Humanae Vitae. Métodos naturales son por ejemplo el llamado método del ritmo, método de la temperatura y método Billings y es el caso que si bien habla que cuando hay causales serias y graves para ello se da el caso de la licitud moral de los llamados “períodos infecundos”, la encíclica no habla expresamente ni del ritmo, ni de la temperatura, ni de Billings.

 

Por otra parte, hay que hacer una salvedad en lo que mediática y popularmente se conoce como píldora anticonceptiva. Al fin y al cabo, estamos hablando de hormonas que impiden la ovulación del ovulo femenino y al no haber ovulación no hay en consecuencia espermatozoide que pueda fecundar al ovulo; la salvedad es la siguiente

Es cuando la llamada “pastilla anticonceptiva” fuere utilizada como medicina, ya que en este caso no sería un anticonceptivo sino que sería una medicina, la llamada “pastilla anti conceptiva” no es otra cosa que hormonas que por ejemplo pueden ayudar a la regularización del ciclo menstrual. Si este fuere el caso, hay licitud moral para que la mujer las tome aun cuando a la vez tengan un efecto anticonceptivo. Esto en moral se llama la causa del doble efecto, que consiste en que si una misma causa tiene dos efectos, uno deseado y el otro no, en función del efecto deseado se permite realizar lo que se plantea aun cuando hubiere el efecto concurrente  no deseado, como se ve claramente en este caso de las “hormonas” que acabamos de ver que en este caso se usan como medicina para por ejemplo regularizar el ciclo menstrual aunque a su vez tengan un efecto anti conceptivo.

Se esté de acuerdo o no con la encíclica Humanae Vitae, hay que reconocer el grado supremo de valentía que tuvo San Pablo VI al haberse echado encima como se echó prácticamente toda la prensa y la opinión pública mundial y toda la espantosa y feroz guerra mediática que se desató contra San Pablo VI por no haberle dado luz verde a la llamada “pastilla anticonceptiva” como muchísima gente en el mundo esperaba. Bastaría  únicamente nombrar el caso de los laboratorios farmacéuticos que se sintieron afectados en sus intereses económicos por dicha encíclica y muchísimos otros intereses de todo tipo que se vieron afectados y perjudicados por dicha encíclica.

 

San Pablo VI llegó a decir que el escribir la Humanae Vitae fue uno de los momentos de su pontificando en que más se sintió inspirado por el Espíritu Santo. 

 

12- Al igual que san Juan Pablo II, san Pablo VI también sufrió un atentado, fue el 27 de noviembre de 1970, en el aeropuerto internacional de Manila, Filipinas. San Pablo VI recibió dos puñaladas con una daga, fue por parte  un tal Benjamín Mendoza, un fulano pintor boliviano, un loquito que sufría severos trastornos psicóticos y que estaba disfrazado de sacerdote. 

 

Lo que pasó en el caso del atentado contra san Pablo VI es que el atentado no llegó a mayores como sí llegó en el atentado contra san Juan Pablo II que fue el 13 de mayo de 1981, en la Plaza de San Pedro, Roma; por parte de Ali Agca. 

San Juan Pablo II siempre dijo que la Santísima Virgen María frenó la bala asesina a la que faltó una centésima de milímetro para haberlo matarlo. Por ello fue en peregrinación a Fátima, a darle gracias a la Santísima Virgen María por su salvación y como una de las tantas muestras de agradecimiento, pidió que la bala asesina fuera incrustada en la corona de la imagen de la santísima Virgen María que está en Fátima, en la capilla que conmemora la aparición de Fátima.

En el caso del atentado contra san Pablo VI, Dios se valió para salvarlo del arzobispo Paul Marcinkus quien  fue nombrado por san Pablo VI como organizador de los viajes papales y  secretario del Pontificio Consejo de la Ciudad del Vaticano. El arzobispo Marcinkus usó su mano como escudo. En consecuencia, logró amortiguar las puñaladas que iban contra san Pablo VI. Al final se salvaron, tanto san Pablo VI como el propio arzobispo Marcinkus

Este arzobispo era de origen norteamericano y posteriormente a este hecho tuvo mucha notoriedad cuando cuando en 1989, en tiempos de san Juan Pablo II, se dio la salida del arzobispo Marcinkus como presidente del banco de El vaticano, el Arzobispo Marcinkus  era  apodado como “el banquero de Dios”. San Juan Pablo II lo sustituyó por el Cardenal venezolano Rosalio José Castillo  Lara. 

El arzobispo Marcinkus había sido acusado de turbios manejos financieros en las finanzas vaticanas pero a decir de la enciclopedia  Wikipedia, la enciclopedia libre  “a mediados de la década de 1980, las autoridades italianas trataron de arrestar a Marcinkus por su conexión con varios crímenes financieros, pero el Vaticano reclamó inmunidad diplomática para el Marcinkus negó cualquier acción incorrecta y fue autorizado para regresar a Estados Unidos y a la diócesis de Phoenix, en Arizona". Fin de la cita 

13- San Pablo VI fue un Papa que en su momento fue muy incomprendido, muy atacado, muy vituperado. Por una parte, a san Pablo VI algunos conservadores se molestaron y lo tildaron de “liberal” y “revolucionario”. Los detractores eran los que llamaron “lefebritos”, seguidores del arzobispo Marcel Lefebvre, quien por cierto participó en el Concilio Vaticano II y quien a la vez posteriormente dijo que san Pablo VI era un prisionero de “comunistas y masones” y que por lo tanto, estaba llevando a la Iglesia por un despeñadero; todo aquello para justificar su insania e injusta rebeldía de no querer reconocer el concilio Vaticano II, en el que además participó. 

Por otra parte, a san Pablo VI se le llamó “marxista, masón, fanático radical, hereje pero a la vez arcaico, anticuado y de ideas obsoletas/retrogradas”. San Pablo VI Hizo lo que tenía que hacer y no permitió que nadie lo manejara y que tampoco fuera un títere, un enclenque o un monigote de nada ni de nadie. Por todo lo anterior, hubo mucho descontento hacia su persona porque ninguno de los ultrosos extremistas tanto revolucionarios como conservadores lo pudo manejar. Sin embargo, Dios, a través del tiempo que creó, que todo lo cura y que todo lo pone en su lugar, en plena justicia histórica, lo llevó a los altares y hoy es San Pablo VI como acaba de proclamar y declarar el Santo Padre Francisco.

14- Al final de sus días dijo la siguiente frase: 

 

“Per rimas fumus intravit autem Satanás in templo Dei

 “A través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”. 

Así será lo que tuvo que sufrir san Pablo VI por causa del  humo de Satanás en el templo de Dios”. 

 

Sobre esta frase pudiéramos comentar en otro momento y en un nuevo capítulo de lo que fue la vida de ese gran, auténtico y valiente santo, San Pablo VI. El sufrimiento de los  romanos pontífices lo había predicho la Santísima Virgen en 1917, en su aparición en Fátima, bien lo profetizó en el llamado segundo secreto de Fátima:

“Si no hacen caso de mis pedidos…el santo Padre tendrá mucho que sufrir…”.

San  Pablo VI ruega por nosotros por la Iglesia de Cristo que en este momento sufre muchos ataques tanto de afuera como de adentro y también por Venezuela que ahorita también sufre en demasía, amén. 

 

escrito por LUIS ALBERTO MACHADO SANZ

Abogado

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